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Inicios


El auge desatado por el fútbol entre las colonias británica y española fue expandiéndose con rapidez entre la sociedad capitalina; en poco tiempo, las escuelas particulares de la Ciudad de México adoptaron el fútbol como el deporte de moda.

Hacia 1916, el fútbol era practicado con avidez por los jóvenes estudiantes de los colegios jesuitas y maristas. En el Colegio Mascarones un grupo de muchachos que no rebasaban los trece años de edad, encabezados por Rafael Garza Gutiérrez "Récord", Germán Nuñez Cortina e Ignacio "Nacho" de la Garza, decidieron crear un equipo con los mejores jugadores de la escuela.

Muy cerca del colegio vivía doña Calixta Cortina, viuda de Domínguez, la “tía Calita”, a quien su sobrino Germán pidió su casa para realizar la primera reunión. Ahí en Alzate 136, colonia Santa María la Ribera, nació el equipo.

En el colegio marista de La Perpetua se había formado un equipo llamado Colón. Muchas veces no alcanzaba a juntar a los 11 jugadores reglamentarios. Su entrenador, Eugenio Cenoz, les propuso unirse a otro equipo para ser más competitivos.

El equipo de los Mascarones contaba con suficientes jugadores de calidad pero carecía de uniformes y sólo tenían un balón para entrenar. Los de La Perpetua, en cambio, tenían prometidos varios metros de tela de casimir para la confección de los uniformes; además contaban con dos balones ingleses de excelente calidad.

Decidieron reunirse el 12 de octubre de 1916 para concretar la fusión. Los muchachos se congregaron en los llanos de La Condesa para discutir el posible nombre del equipo. Las propuestas fueron muchas pero al final ganó por unanimidad la de Pedro “Cheto” Quintanilla, quien sugirió el nombre de AMÉRICA, puesto que ese día se celebraba el descubrimiento del continente.

El América jugó un torneo de segunda fuerza y ganó en ambas categorías, por lo que en 1917 decidieron pedir su ingreso a la Liga Mayor. Los equipos extranjeros que la formaban los miraban con desprecio, como jóvenes sin experiencia y, por si fuera poco, mexicanos. Sin embargo, aceptaron realizarles una prueba de tres partidos. El requisito era que no perdieran ninguno de ellos. Ganaron los dos primeros y lograron empatar contra el cuadro de mayor prestigio en esa época: el España.

El naciente equipo propuso formar una directiva que realizara las gestiones necesarias para ser aceptado en la Liga Mayor. Como presidente quedó a cargo Florencio Domínguez Cortina, cuya primera tarea fue la de crear dos categorías en el nuevo club: la mayor, en donde jugarían todos aquellos mayores de 15 años y que sería la que iba a buscar un sitio en la liga del Distrito Federal, y la menor, en la que participarían los menores de 15 años y la cual estaría a cargo de Rafael Garza Gutiérrez, quien contaba con sólo 13 años de edad.

El Tetra campeonato

 

Durante el ciclo 1923/24, América se adjudicó la Copa Vizcaya al superar al coloso futbolístico mexicano de aquel tiempo, el Club España, equipo que ya reunía varios honores en su palmarés. En la justa 1924/25, el equipo conquistó el que sería su primer título de Liga. Fue el primero de una cadena de cuatro que en esa época alcanzó el equipo, los dos primeros bajo el mando de Rafael Garza Gutiérrez “Récord”. De los 12 partidos que disputó en el campeonato 1924-25, América ganó 10 y empató dos, quedando invicto; anotó 22 goles y recibió solamente

 cuatro. Como dato curioso, los americanistas aseguraron su coronación con un triunfo por incomparescencia ante el Aurrerá.

Escudo Americansta
La primera Selección de fútbol de México que enfrentó en una serie de partidos amistosos a su similar de Guatemala en 1923, estuvo conformada en su mayoría con jugadores del América. En el primer viaje de la selección nacional, un jugador del equipo América da nacimiento al "chiquitibum", porra que entonces alentó a los jugadores y que aún hoy lo sigue haciendo. Su creador, Carlos Garcés, tomó por referencia el sonido que hacía la locomotora del tren en que viajaba con el equipo.

 

Rafael Garza Gutiérrez, fue el capitán de esa selección nacional, para con el paso del tiempo, convertirse en director técnico del Club América, así como de la La Selección mexicana.

El 9 de mayo de 1926, en el Parque España, América derrotó al Asturias con marcador de 1-0, con gol anotado por Juan Terrazas y con ello capturó por segunda ocasión la supremacía. Además, la consiguió nuevamente de manera invicta. En el plano internacional, el equipo de la casaca crema viajó a Cuba para sostener algunos partidos en la isla.

Llegó el tricampeonato la tarde del 5 de junio de 1927, cuando el equipo ya era guiado por Percy Clifford, uno de los mejores técnicos en el fútbol amateur. Benito Contreras, quien había militado previamente en las filas del Deportivo Toluca, fue el autor de los dos tantos con que América doblegó al Aurrerá 2-1 para coronarse.

De esta manera, el equipo se quedó con la Copa Challenger, un galardón que se acordó sería otorgado a la primera escuadra que en esos días encadenara tres campeonatos.

Por si fuera poco, en 1927, América enfrentó en dos ocasiones ni más ni menos que a uno de los gigantes del fútbol mundial, el Real Madrid. Ambos duelos arrojaron resultado favorable a los “merengues” hispanos, 4-2, el 4 de septiembre y 5-3, 14 días más tarde.

Para 1927/28, América reportó como novedades a Pedro Suinaga, Charles Neumayer, Carlos Carral, y Manuel Romero Vargas. Los azulcrema aspiraban a igualar la hazaña que en la década previa habían fraguado el Reforma Athletic Club y el Club España, la obtención de cuatro títulos en fila.

Y así fue, América consiguió la meta el 11 de noviembre de 1928 al vencer 3-1 al Aurrerá. Carlos Garcés, el padre de la famosa porra “Chiquitibum”, Roberto Gayón y Alberto “Chaparro” Muñoz fueron los autores de los goles americanistas en esa memorable jornada que redondeó una temporada de 11 victorias, dos empates y apenas una derrota, propinada esta por el Necaxa. En lo que a goleo se refiere, América marcó 41 a favor y recibió 19. Es bueno recordar que en ese año de 1928, México viajó a los Juegos Olímpicos de Ámsterdam con varios elementos de extracción americanista.

La brillante racha americanista se vio interrumpida por el Marte del general Aguirre, donde participaban varios futbolistas tapatíos. De cualquier manera, el América se ubicó en la tercera posición de la tabla general al terminar el campeonato 1928-29. Como consuelo le quedó el triunfo en la Copa Covadonga. Con el fin de los años 20, se cerró también la primera edad dorada de los azulcrema, con algunos jugadores de origen veracruzano, como Alfredo “Viejo” Sánchez, un fino mediocampista procedente del Orizaba que se incorporó al equipo en 1929.

Tiempos difíciles

La transición de los años 20 a los 30 representó también para el América un período de transformación. Poco a poco se retiraban jugadores de la primera gran generación y llegaban nuevos valores. Fue así como se vio emerger en el torneo 1929-30 al guardameta Rafael Navarro “Navarrito”, que intervino con la Selección Mexicana en las eliminatorias para el Mundial de Italia 34.

En el certamen 1929/30, parecía que el América volvería por sus fueros, pero sólo le alcanzó para ser subcampeón, apenas un punto abajo de los albinegros del España.

Durante los 30, el predominio del España se extendió. En el espacio de 1930 a 1940, este Club se añadió cuatro títulos a su ya de por sí amplia galería de galardones. Compartió roles protagónicos en la escena futbolística nacional con Atlante, el famoso “equipo del pueblo”, que se ciñó la corona por primera vez en la liga 1931/32, y con el legendario Necaxa de los 11 hermanos, un cuadro que ganó cuatro títulos.

Pero los 30 no fueron una buena etapa para el América, pues prácticamente se quedó con las manos vacías, a excepción de la Copa conquistada en 1938, justo cuando en el plantel figuraba una de las máximas figuras del fútbol mexicano, Luis “Pirata” Fuente.

Pese a la sequía, surgieron algunas personalidades, que son recordadas hasta nuestros días como los insignes americanistas de siempre. Allí está, por ejemplo, el guardameta Rafael Mollinedo, quien se dice fue un autodidacta de fútbol, pues aprendió en la cancha los secretos del oficio, caracterizándose por su valentía.

Allá por 1937, vistió la camisa del Club Octavio Vial, otro inmortal de las canchas mexicanas. Se distinguió por su excepcional intuición goleadora y su plasticidad en remates de cabeza. A través de esta década, el América sostuvo una gran cantidad de juegos internacionales. Destacó aquel triunfo sobre el Athletic de Bilbao, aquel 28 de julio de 1935, por 2-1.

Uno de los triunfos más resonantes fue contra el FC Barcelona, venciéndolo 2-0, el 20 de junio de 1937. Y tampoco escapa de la memoria ese empate a dos goles contra la notable Selección Vasca, ocurrido en 7 de noviembre de ese mismo año.

Hacia 1938, el América conseguiría su último título en la época amateur y este fue el Torneo de Copa.